jueves, 11 de junio de 2009

Espacios urbanos



La visita guiada a la muestra Espacios urbanos de 5 fotógrafos alemanes de la escuela de Düsseldorf fue, para mí, particularmente aleccionadora -en un buen y en un mal sentido-.
El bueno es que fue una nueva clase de eficiencia (si se me permite el término económico) artística. El desarrollo de un punto de vista claro, en base al cual la imagen se estructura tanto en términos de composición como temáticos. Creo que el que más me gustó fue Andreas Gursky, porque admiro no sólo la imponente belleza de sus fotos, sino también su mirada crítica para con la sociedad. La foto del Día del Trabajador muestra un cúmulo de realidades diferentes y contrapuestas, sostenidas por una ilusión de unidad que no es tal. Y la del recital de los Toten Hosen me resultó muy perturbadora, mostrando a toda la gente divirtiédnose con los brazos en alto, cual buenos soldados nazis. Su mirada un tanto paranoica y aguda sobre el ocio burgués me gusta mucho.
Lo que no me gustó es algo que va más allá de las obras en sí, y es su contexto. Mi malestar se originó con el comentario previo de Valansi, en que alabó el hecho de que las obras fueran originales, se profundizó cuando vi en la sala un cartel que prohibía la toma de fotografías esgrimiendo el maldito derecho de autor y se asentó completamente cuando vi el cartel que nombra a los benefactores de la Fundación Proa: Techint.
Sé que mi postura hoy es un poco demodé, pero a mí nunca va a dejar de molestarme que las obras de arte estén relegadas a un estado de mercantilización salvaje, y destinadas a entretener (y cultivar) a los mecenas de turno (Constantini, Techint, etc.)

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