sábado, 22 de agosto de 2009

Los Clowns

(I Clowns, F. Fellini, 1970)

En este film Fellini se estrena en la temática del recuerdo, y la nostalgia por un pasado irrecuperable, la cual continuará en sus dos obras siguientes: Roma y Amarcord.
En el caso de Los Clowns, la mirada se centra en el mundo extinto del circo, y en la abundante fauna de de entertainers que lo supo habitar; y está dividido en dos partes: la primera, en que el narrador (Fellini ficcionalizado) evoca sus primeros recuerdos del circo y los personajes singulares de su ciudad, Rimini. La segunda es un falso documental en el que vemos a Fellini entrevistar a varios clowns viejos franceses, terminando con una larga secuencia monumental en la que se actúa la muerte del clown.
Creo que Fellini es uno de esos artistas que, ubicados en la bisagra entre un paradigma y otro, se debate entre el impulso que generan los avances técnicos y temáticos, y la melancolía por un estado de cosas que nunca volverá a ser. En Los Clowns, se ve claramente el dolor causado por la pérdida de la magia, de la credulidad del espectador, dando lugar a una época donde la complicidad el artista y el espectador se sustenta en las bases de la verosimilitud. Una de las armas que blande Fellini contra dicho fenómeno es la descuidada técnica de doblaje que lo caracterizó en toda su carrera: jamás los diálogos que uno escucha se condicen ni en un 50% con el movimiento de la boca de los personajes. Otro aspecto de resistencia es el hecho de rodar siempre en estudio, sosteniendo un modelo de producción cinematográfica clásico.
Sin embargo, Fellini es, netamente moderno en cuanto a la metanarración: a partir de Los Clowns, su estilo se torna autorreferencial, desnudando el artificio cinematográfico (el ejemplo más claro es el famoso final de Y la nave va). En cierto sentido, se puede afirmar que este film es un falso documental que se cuestiona cómo debería ser dicho film. Y yendo más lejos: se cuestiona cómo debería ser el cine: ¿debe renunciar a los preceptos de la magia, del artificio? ¿debe asumir como hecho irrefutable la muerte del clown? ¿o, por el contrario, debe resistir ante el nuevo paradigma del verosímil?
A mi entender, la respuesta de Fellini es clara: el clown (la magia) ha muerto, pero la actitud del cineasta no debe ser dejar de lado esa muerte, sino recrearla, cuestionarla. En definitiva, es una paradoja: mantener vivo al clown a través de la narración autoconsciente de su propia muerte.

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